Moscú, 15 jul (PL) La demencial utopía de Croacia chocará frente la temeraria hegemonía de Francia; el duelo de David contra Goliat de toda la vida; la finalísima del Mundial de fútbol detendrá hoy el eje rotacional del planeta, los relojes harán huelga.
Les Bleus disputará su tercera final en 20 años o lo que es igual, será protagonista del partido por el trono por tercera vez en las últimas seis citas del orbe. Una gran proeza. En esas aventuras logró coronarse en 1998 y quedó subtitular en 2006.
Ahora en Rusia, sin enamorar demasiado, los galos van de menos a más. El pragmatismo de su juego es imperial. La sangre fría de sus jugadores impone temor a todos su adversarios. Y ya después están Antoine Griezmann y Kylian Mbappé, los fueras de serie, los encargados de marcar diferencias, los grandes candidatos al Balón de Oro.
En los seis partidos anteriores archivan cinco victorias y un empate «táctico» 0-0 contra Dinamarca, con 10 goles a favor y cuatro en contra.
Tres de esos cuatro tantos en contra llegaron en el partido contra Argentina, en octavos de final. O sea, en los restantes cinco cotejos apenas vieron caer en una ocasión su portería, incluidos los duelos contra las poderosas escuadras de Uruguay y Bélgica.
Si quisiéramos encontrarle las manchas al sol pudiéramos recordar que Olivier Giroud, su delantero centro, todavía no ha marcado goles en Rusia, aunque con jugadores como Griezmann y Mbappé a su lado, esa situación no es preocupante en extremo.
En el hipotético caso que los franceses alzaran el trofeo de monarcas, su entrenador Didier Deschamps se convertiría en campeón mundial como técnico (2018) y jugador (1998), un selecto club al que solo están afiliados el brasileño Mario ‘El Lobo’ Zagallo y el alemán Franz ‘El Káiser’ Beckenbauer.
Todo ese poderío de Goliat, esa supremacía imperial, tendrá al pequeño David de adversario, a un pequeño país de poco más de cuatro millones, a la Croacia del arquitecto Luka Modric y el ingeniero Ivan Rakitic, el hombre de los cuatro pulmones.
Los croatas arrancaron impecables su travesía en el Mundial. En el grupo D derrotaron por 2-0 a Nigeria, apalearon por 3-0 a Argentina y superaron, sin presión alguna, por 2-1 a Islandia. Paso perfecto. Alentador.
Pero luego comenzó una tendencia al retroceso, aunque la épica siempre salvó la quimera de llegar a la final. Primero debieron sudar la gota gorda para vencer a Dinamarca y Rusia en la lotería de los penales, y luego tumbaron a Inglaterra en tiempo extra.
Todas las rondas de cruces de Croacia terminaron después del tiempo reglamentario. El cansancio acumulado en las piernas de los jugadores será un factor decisivo en el match por la corona. Para colmo, tendrán un día menos de descanso que los franceses.
Además, varios jugadores croatas llegan ‘tocados’ al partido contra Francia, el caso más preocupante es el de Ivan Perisic, uno de los jugadores más importantes en el planteamiento táctico de Zlatko Dalic, uno de los incondicionales.
Visto así pareciera como si David llegara al duelo contra Goliat con las manos atadas, pero no es así: Croacia es uno de los equipos más combativo del torneo, hasta ahora nunca se dio por vencido y convirtió todas las adversidades en fortalezas.
El Luzhniki, la joya de la corona rusa, abrirá sus puertas al destino. Francia y Croacia, con el trono en juego, harán hasta lo imposible por no fallar. A estas alturas ya nadie habla de Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, o del campeón defensor Alemania. Ahora solo se habla de batallas y conquistas, de David contra Goliat.
La Tierra se detendrá por dos horas, su eje dejará de rotar; las manecillas del reloj también dejarán de funcionar.
Francia-Croacia, la hegemonía temeraria contra la utopía demente
Por Yasiel Cancio Vilar